Al adueñarse de las aportaciones de la culturas de su entorno, los vascos han construido alrededor de su lengua, el euskera, un universo cultural propio, tal era el caso ayer. Pero mucho más lo es hoy con el desarrollo de los "enganches" interculturales generados por la urbanización (incluso la urbanización de zonas rurales), la mundialización de los intercambios...
Detrás de estas palabras, hay sobre todo una vivencia cultural compartida por hombres y mujeres que hacen vivir una realidad artística mucho más que el consumo que hacen de ella: la cultura vasca es ante todo, una cultura participativa, popular. La animación cultural está lejos de limitarse a las manifestaciones folklóricas.Estas prácticas de lo cotidiano moldean una expresión cultural abierta a aportaciones exteriores. Quizás el ámbito musical (música y canción vascas) constituye la mejor ilustración de esta capacidad de integración de las aportaciones de la mundialización en los fondos del patrimonio local: hoy, aún se canta tradicionalmente a capella sobre viejas melodías las improvisaciones de los poetas vascos, pero también se interpretan en euskera, creaciones cuyos compases están impregnados de influencias latinas, rock, funk, jazz...
De manera general, la cultura vasca se asemeja a una memoria en marcha. El fenómeno del bertsolarismo constituye el ejemplo más asombroso de esta adaptación de la expresión cultural más típica del patrimonio vasco al mundo actual. Practicado durante siglos por poetas originarios del mundo rural, esta improvisación cantada y versificada se ha convertido actualmente en el campo de expresión favorito de los jóvenes vascoparlantes de las zonas urbanas del País vasco al igual que ha ocurrido con el Rap en el resto del mundo. A nivel local, estos jóvenes "bertsolaris" se han convertido en estrellas, para algunos es una profesión.
Conviene subrayar también que, más allá de la dimensión popular, la cultura vasca es también una cultura de profesionales, de artistas que viven de su arte, consagrando toda su energía a la creación contemporánea.
El valle de Xareta lo conforman cuatro municipios situados a ambos lados de la frontera : Zugarramurdi y Urdax en Navarra, Sara y Ainhoa en Lapurdi . Las mugas se pierden entre montes, verdes prados, riachuelos llenos de encanto y frondosos bosques.
Xareta es la tierra de Akelarres. Las leyendas sitúan la celebración de estas fiestas en las cuevas de Zugarramurdi, así como en campas de Urdax o las faldas de Larrún.